viernes, 6 de marzo de 2009

El FMI pronostica para España un déficit mayor que el Gobierno




Washington, 6 mar (EFE).- El FMI pronosticó hoy que el déficit de España se elevará al 6,1 por ciento del PIB este año y al 6 por ciento en 2010, frente al 5,8 y 4,8 por ciento, respectivamente, previsto por el Gobierno, pero al mismo tiempo sugirió la necesidad de un mayor estímulo fiscal.

Esas cifras rebasan con creces el máximo del 3 por ciento establecido por el Pacto de Estabilidad de la Unión Europea (UE).



El Fondo Monetario Internacional (FMI) es pesimista sobre las perspectivas de crecimiento de España, país para el que predijo en enero pasado una contracción del 1,7 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) en 2009 y del 0,1 por ciento en 2010


Además, alertó de que en abril reducirá sus previsiones en todo el mundo por el agravamiento de la crisis económica y financiera.

Sus cifras sobre el déficit de España reflejan el cambio brusco que han sufrido las cuentas por la recesión y el coste del programa de estímulo económico del Gobierno.

En 2008, el déficit español se elevó al 3,8 por ciento del PIB, según las cifras oficiales, frente al superávit del 2,2 por ciento de 2007.

Al igual que España, en Estados Unidos, Reino Unido y Japón las cuentas públicas se hundirán en los números rojos este año y el siguiente, según un informe preparado por el FMI para la cumbre del G-20, que tendrá lugar en Londres el 2 de abril.

La entidad pidió una "estrategia clara" para la vuelta a la disciplina presupuestaria, y alertó de que "dudas serias sobre la solvencia fiscal llevarían a un salto en las primas de riego, desestabilizarían las expectativas y sacudirían aún más la confianza del mercado".

Eso no significa, sin embargo, que los gobiernos tengan que abstenerse de gastar más a corto plazo para salir de la crisis, según el FMI.

Los datos de desempleo, producción industrial y confianza de los consumidores en los países industrializados en los últimos meses han sido desastrosos, y ahora el Fondo prevé que la recuperación sólo se logrará en 2010, siempre que continúe el apoyo público a la actividad económica.

"Va a llevar mucho tiempo hasta que el crecimiento potencial vuelva al nivel normal, así que tenemos que pensar en que los impulsos fiscales duren bastante", dijo en una rueda de prensa Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo.

"En este momento, los gobiernos deberían estar pensando más en 2010 y quizá en 2011", explicó, pues el mejor estímulo son los proyectos de infraestructura, que se tardan algún tiempo en poner en marcha, añadió.

En 2009, la mayoría de los países avanzados aflojará el bolsillo público con grandes desembolsos, pero algunos de ellos tienen poco previsto para 2010, señaló Blanchard.

Ese es el caso de España, donde el impacto de las medidas anticrisis será mínimo el próximo año, según un análisis del Fondo, que calcula que en 2009 el plan del Gobierno aumentará el crecimiento entre un 0,3 y un 0,9 por ciento.

El mensaje del FMI a España y a los otros países más afectados por la crisis es, pues, aparentemente contradictorio: Mucho ojo con el déficit, pero preparaos para gastar más.

La clave está, a juicio de la entidad, en que ese gasto debe ser temporal y debe ir acompañado de un plan de ajuste a medio plazo para que los mercados no se espanten y exijan intereses astronómicos para comprar los bonos del Estado.

Además de la promesa de ajustarse el cinturón con metas específicas tan pronto como las condiciones mejoren, Carlo Cottarelli, director del departamento de asuntos fiscales del FMI, recomendó en la rueda de prensa que los países adopten reformas de más calado.

La más importante, en su opinión, es poner en orden las cuentas del sistema de salud y las pensiones, que el envejecimiento de la población ha hecho insostenibles, con el aumento de la edad de jubilación y otras medidas de ahorro, explicó.

También recomendó a los gobiernos simplificar el sistema tributario y dirigir el gasto público a infraestructura, educación y la salud, medidas que elevan el crecimiento potencial para el día en el que el mundo asome la cabeza al otro lado del túnel.