miércoles, 5 de mayo de 2010

La droga está destruyendo nuestra juventud


Vivía en un pequeño pueblo al borde de una colina de donde se contemplaba un valle hermoso, donde las Amapolas daban la impresión de un gran jardín, de personas humildes, sencillas y muy laboriosas, Luisito se esforzaba día tras día estudiando con entusiasmo para lograr su gran sueño, ser un doctor, por sus buenas calificaciones siempre tuvo el elogio de sus profesores, compañeros y amigos, sus padres estaban orgullosos de él y mostraban con orgullo a sus vecinos las calificaciones de Luisito.

Su madre lo despedía día tras día hacia la escuela y esperaba su regreso con mucho amor, a Luisito además de estudiar le gustaban los deportes y era tan afortunado en los deportes, como en sus estudios, las chicas rivalizaban su amistad, el tiempo pasó y ya Luisito iba a la universidad, allí conoció a Juan otro jovencito que le igualaba en edad y en talento, pronto Juan lo acompañaba casi a todo lugar.


Un día conocieron a un extraño que los llevó a una fiesta donde todo parecía normal excepto por aquel cigarrillo que fumaba aquel extraño con un olor tan raro que provocaba ciertos mareos, Luisito y Juan quisieron probar aquel cigarrillo hecho de Mariguana y poco a poco su vida fue cambiando y fueron desapareciendo aquellas buenas calificaciones y aquel potencial en los deportes, fue vendiendo sus libros, su reloj y cuando ya no tenía que vender empezó a robar y a atracar a personas que transitaban por aquellos lugares.

Luisito terminó en la cárcel y su madre al saber lo que pasaba con su hijo le dio un infarto y murió.

Que triste final para aquella familia tan hermosa que conformaban Luisito y sus padres, la droga destruyó no sólo a Luisito, sino también a su familia y amigos, la droga se llevó la belleza, la destreza y la armonía en que Luisito vivía, este drama se repite una y otra vez en tantas familias de nuestra sociedad y de nuestro entorno, tenemos que velar por nuestras familias para que no nos la dejemos arrebatar de las drogas.

Si descubrimos que este mal está dentro de nuestra familia busquemos la ayuda necesaria, no nos quedemos cruzados de brazo mirando cómo se destruyen nuestros jóvenes, Jesucristo es la mejor ayuda que podemos encontrar, Él nos dará la fuerza que necesitamos para vencer y salir adelante.

Señor Jesús ten misericordia de tantas personas buenas que se pierden en la droga, ayúdanos a rescatarlos.


Les bendice P. Andrés Hernández C.




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