Doña Rosaura Gomera dice que lo que más añora de su juventud es la seguridad ciudadana y censura que ahora “matan a los hombres como animales”
por: PILAR MORENO
Rodeada del amor de sus hijos, nietos, biznietos, tataranietos y chornos, celebró ayer sus 110 años de edad doña Rosaura Gomera de Adames, una sanjuanera que atribuye su longevidad a la buena alimentación y la tranquilidad de espíritu .
“En mi juventud la comida tenía fuerza, pero ahora lo que se come es paja, bagazo”, expresa, refiriéndose al escaso valor nutricional que atribuye a los alimentos que consume la población.
“En mi época se comía mucha carne, muchos víveres, muchas habichuelas, mucha leche, porque no se compraba nada y todo abundaba”, recuerda con añoranza.
“Ahora la gente cena y desayuna con un pan y eso no alimenta”, dice, muerta de la risa.
Cada año, la celebración del natalicio de doña Rosaura se convierte en un “gran acontecimiento familiar” , que reúne a los seis hijos que les quedan vivos, más de 80 nietos, 200 biznietos, 100 tataranietos y siete chornos.
“Quisiera vivir 100 años más”, expresa la festejada quien exhibiendo unas excelentes facultades mentales no escondía su satisfacción de conmemorar un año más de vida entre vejigas, golosinas, bizcochos, comidas, risas, abrazos, felicitaciones y oraciones por su salud.
La celebración no incluye fiestas ni bailes, porque “hay muchos hijos y nietos que fallecieron”.
A las 5:00 de la tarde empezaron a llegar a su residencia del sector Valle Hermoso de Villa Mella, los invitados, procedentes de diversos puntos de la capital y del país.
Doña Rosaura nació el 21 de agosto de año 1899 y a los 18 años casó con el agricultor José Adames, con quien procreó sus 11 hijos.
La festejada enviudó jóven , cuando la hija más pequeña apenas tenía cinco años y tuvo que enfrentar el trabajo duro que impone tener que criar los hijos sin el respaldo económico del padre.
“Mi esposo murió y no me casé más, porque no iba a ponerle padrastro a mis hijos”, dice.
Sin embargo, afirma que el trabajo duro en los conucos, lavando y planchando en casas de familias o haciendo pequeños negocios para aumentar el sustento familiar no impidieron que tuviera una vida sana y feliz.
Hace dos años sufrió una caída que la mantiene en silla de ruedas con la caderas fraturada, aunque la alegría en su rostro y las de vivir se mantienen intactas.
Además de la comida sana y abundante de sus años de juventud, doña Rosaura añora la seguridad con que transitaba por ciudades, pueblos y campos.
Se queja de que “ahora se matan los hombres como animales, aparecen tirados en las calles como animales”.
Doña Rosaura es una mujer de poco hablar, pero afirma que “tener el corazón lleno de amor para todo el mundo” es uno de los secretos para la larga vida.
Sostiene que el odio y el rencor hacia los semejantes causan daño a la salud, porque mantienen a las personas preocupadas e infelices.
Las nuevas generaciones
Doña Rosaura dice que añora el respeto y los valores morales que exitían en la época de la juventud, donde primaba el respeto a los padres, a los vecinos, a los maestros, a los gobernantes y las personas podían transitar libremente por las calles sin temor a ser asesinados sin motivo.
“Ahora las cosas está voltiá. Nada anda bien”, se queja la anciana que llama a los padres de familia a poner mayor empeño en la crianza de los hijos, para evitar tanto crímenes que enlutan a las familias y a la sociedad.
“Un mensaje a la juventud que tenga respeto por los demás”, dijo.
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